DOS PADRES COLOMBIANOS, DUROS CRITICOS DE LA EDUCACION EN COLOMBIA, PREFIRIERON INSTRUIR A SUS HIJOS EN CASA Y NO EN EL COLEGIO.
Revista Semana Fecha: 03/11/1996 -719Desde que la idea del colegio comenzó a configurarse durante la colonia como un espacio dedicado a la educación, a esta institución no le han faltado críticas. La han tildado de autoritaria, castradora, retrógada y algunos, como Foucault, la han llegado a comparar con una prisión o un hospital mental. En Colombia el colegio también ha sido cuestionado porque no ha evolucionado al mismo ritmo de las necesidades de la sociedad. En medio de esas críticas, han surgido propuestas de todo tipo, desde escuelas más flexibles hasta un mundo sin ellas. Lo cierto es que muy pocos han sido capaces de cambiar la escuela por la casa. Uno de los escasos testimonios de familias que han logrado hacerlo es el de Juan Manuel y Federico Lora, de 9 y 7 años, quienes hasta el sol de hoy no han pisado el aula de clases de ningún colegio, no saben qué son los exámenes ni se imaginan la pesadilla que pueden llegar a ser las tareas. Aunque para muchos esto sería una verdadera locura, por tratarse de quiénes son sus padres la experiencia, al contrario, es bastante interesante. Eduardo Lora fue hasta hace poco director de Fedesarrollo, y recientemente fue nombrado como economista jefe en el Banco Interamericano de Desarrollo _BID_, y su esposa, Ana González, es una filósofa y profesora que ha estado involucrada en procesos de investigación y capacitación de maestros. Toda esa experiencia los llevó a criticar la educación en Colombia y a pensar en alternativas para sus hijos. Para Eduardo, los colegios nunca quedaron bien inventados y no son el lugar ideal para formar buenos ciudadanos. "El maestro _según Ana_ es una de las personas más cerradas y encasilladas en parámetros en la sociedad". Además, coinciden en que las capacidades infinitas de los niños se limitan poco a poco dentro del aula de clase. "El niño _agrega Ana_ hace miles de preguntas al entrar al colegio y en quinto de primaria ya no formula ninguna". Considerando estas razones, decidieron que lo mejor era dejar a sus hijos en casa. De la mano de su mamá, los niños aprendieron a leer y escribir "sin dolor", en medio de juegos y actividades espontáneas. Esto fue complementado con lecciones externas como clases de piano y violín, y gimnasia olímpica. Una de las grandes ventajas de la experiencia en casa es que el aprendizaje ha sido más vivencial y agradable. Al contrario del colegio, donde se aprenden los conceptos y después se aplican a la realidad, los pequeños han partido de situaciones reales para comprender conceptos. Por ejemplo, ahora que la familia se va a trasladar a Estados Unidos, el tema que apasiona a los niños es la conversión de pesos en dólares. "Ellos no utilizan papel , ni buscan la operación sino el razonamiento lógico para llegar a la respuesta", dice Eduardo. De esta manera, sostienen los padres, las áreas del conocimiento no están fraccionadas en diferentes materias, como en el colegio, donde lo que aprenden no tiene relación con el mundo real. Según ellos en casa el aprendizaje es espontáneo, armónico e integrado a la vida. Como en todo experimento, no saben aún qué vacíos puedan tener en cada área. Una de las críticas más usuales que les hacen gira en torno de la socialización de los niños. Sin embargo, ellos consideran que con las actividades fuera de casa, los niños han establecido amistades permanentes. Otra de las dudas es qué va a pasar con ellos en el futuro en una sociedad que cada día exige más títulos. En este punto los Lora consideran que sus hijos tendrán la libertad de decidir si quieren ingresar a una institución o no. La otra cara de la moneda muestra que los pequeños tienen un nivel de lectura y lenguaje muy avanzado para su edad y, lo mejor de todo, que el interés por aprender es permanente. Por lo pronto, en Washington los niños irán por primera vez a un colegio de métodos flexibles, básicamente con el fin de aprender inglés. Aunque la experiencia de los Lora no todo el mundo la puede realizar, porque en algunos casos despierta dudas y en otros las condiciones sociales y económicas no lo permiten, lo interesante es que alguien se haya atrevido a hacerlo con todos sus beneficios y riesgos, y con resultados concretos que pondrán a pensar a más de uno.